Tuesday, March 5, 2019

Tras casi once meses de no jugar en el México 68, los universitarios volvieron a casa

La fiesta por el regreso de Pumas al estadio México 68 pudo ser redonda. Las viejas glorias de la UNAM llegaron ayer a la cancha para derrochar vitalidad y amor a los colores azul y oro, pero la nota discordante fue la intolerancia hacia las mantas de apoyo a los estudiantes presos del Consejo General de Huelga (CGH), que algunos universitarios se atrevieron a exhibir, por lo que fueron echados de las gradas con lujo de violencia.

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Los primeros en saltar a la cancha fueron los miembros de la generación de 1962 al 70, aquellos que lograron el ascenso del equipo al máximo circuito y cuyos nombres resultaron casi desconocidos para los miles de aficionados congregados en el coso. No obstante, era tal la emoción de los veteranos, que parecían querer besar el pasto, no precisamente por los casi once meses de inactividad debido a la huelga estudiantil, sino por las décadas de no jugar en este escenario.
Vientres prominentes, cabezas con amplias calvicies --o blancas, en el mejor de los casos--, piernas excesivamente rígidas y blancas por la falta de sol lucieron personajes como el primer goleador auriazul, Alberto Etcheverry, así como Aarón Padilla, Rubén Parada y Jaime Sanabria, por mencionar sólo a algunos. El sobrepeso, la lentitud y hasta las caídas al césped fueron llevadas con gallardía y elegancia. El requisito era tener capacidad para aguantar tres minutos, y la mayoría rindió mucho más, quizás siguiendo el ejemplo del silbante Enrique Mendoza Guillén, para luego estallar todos en sonoros y vibrantes goyas que iban desde el centro del campo hasta las gradas, donde retomaron sus lugares las porras Orgullo Azul y Oro, la Ultra, la Plus, y miles de familias que llegaron muy temprano dispuestas a no perderse el espectáculo.
Día histórico no sólo para la vida deportiva de la UNAM, sino para Hugo Sánchez, quien de pronto se encontró haciendo su debut como técnico de los veteranos con indumentaria azul, mientras que al frente de los blancos estaba Angel Papadópulos. Siguió otro partido entre miembros de la generación 71-85. Ahí estuvieron Mario Trejo, Gonini Vázquez Ayala, Manuel Manzo, Manuel Negrete, Luis Flores, y los únicos en actividad: Jorge Campos y David Oteo, Juan José Muñante, Evanivaldo Castro, y el más aclamado, el más querido: Hugo Sánchez.
Jadeante y escurriendo sudor habló la Cobra Muñante: "Estoy feliz, uno saca todo lo que lleva adentro, y más con la camiseta de Pumas, de poco valen los 50 años que tiene uno para hacer estas cosas... Si no brillan las estrellas no habría cielo", y estalla en risas.
Las primeras mantas de los paristas surgieron en la cabecera sur y fueron retiradas pacíficamente por la policía. Tras media hora del juego entre Pumas y Tecos, comenzaron los disturbios en la cabecera norte, cuando unos seis huelguistas lucharon por impedir que quitaran sus pancartas, y fueron golpeados por elementos de uniforme oscuro que se identificaron como de Seguridad Privada. En la parte inferior inició un recorrido entre las gradas quien dijo llamarse Huitzilín Sánchez, de la Facultad de Química; avanzó alzando los brazos y haciendo la señal de la V de la victoria con ambas manos, se plantó en medio de la gente y comenzó a desvestirse en protesta por el encarcelamiento de los líderes del CGH. La gente respondió con más hostilidad que apoyo, le lanzaron líquidos, vasos y hielos. Se vistió, y al buscar un túnel de salida fue capturado por otros uniformados.
Antes, Hugo Sánchez Márquez, egresado de la Facultad de Odontología y ahora comentarista de Televisa, dijo que con este evento buscaron "mejorar la imagen de Pumas que otros intentaron afectar. Nosotros queremos que en la universidad se solucionen los problemas, que haya diálogo. Vamos a contribuir para que todo marche por el camino correcto y democrático. No queremos que haya sangre", y remató diciendo que el paro dio una mala imagen de México al mundo.